Flechas al aire

La alegría de un niño fue rota por algo que él no conoce; sombras que alejan la luz de lo que podría ser y que nunca será.

Sonidos de una opinión que creemos que esos pequeños oídos nunca escucharán pero que de alguna manera logran entrar en su mente. Las palabras que nunca debimos decir son como martillos, rompen con el suave murmullo de una voz  el cristal de la copa que está sobre la mesa. Miles de pedazos, es lo que queda de esa copa; cientos de cristales de ilusiones que no se pueden reunir de nuevo. La copa quedó rota y lo único cierto es que ahora no puede contener lo que pudo estar ahí.

Pequeñas conversaciones, frases que se dicen si saber a dónde llegarán, son flechas que se lanzan al azar y siempre hacen blanco en el corazón más débil. El arco quedó en el piso, las flechas están tan lejos que no alcanzamos a ver el daño que hicieron; el sentimiento ajeno fue golpeado.

La herida quedó abierta pero nadie se dio cuenta. Algún día, cuando el charco de sangre sea tan grande que no pueda ser escondido, otros la verán y tal vez sea muy tarde para intentar cerrarla sin causar más daño. La herida quedará abierta hasta que un dolor más grande la pueda sanar y de todas maneras quedarán las cicatrices molestando toda la vida.

Ideas, frases, palabras, flechas que lanzamos sin darnos cuenta, ¿Qué copas romperán?…

Publicado por

Emilio Mendoza

Soy poeta y escritor autodidacta, sin ningún curso formal o informal de literatura o letras. Autor del libro “Distraer al destino y otros relatos” y de libro de poemas “Rastros de tinta”. Soy colaborador recurrente del diario digital Avenida Digital 3.0, del diario Bajío Shimbun, de la revista cultural Replicante y de la revista Fanzine Oaxaca.

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